Jorge Edwards Valdés, es un escritor, abogado, periodista y diplomático chileno; por este último título, ha recorrido diferentes países, radicando actualmente en España. Conforma la lista del Boom Latinoamericano de escritores, destacando no sólo por sus novelas, sino por sus ensayos, cuentos y sesudos artículos periodísticos.
Liberado ya del oficio diplomático y luego de ofrecer diversas conferencias en el ‘Hay Festival Arequipa’, Edwards conversó en exclusiva con Encuentro sobre sus obras literarias, los amigos que perdió, sus memorias salpicadas de humor, sus mosaicos familiares, entre otros.
- Hablemos de tu historia con las letras. Estudiaste derecho, pero lo tuyo siempre fue la literatura, ¿cuándo decides por fin dejar fluir al literato que llevabas dentro?
- ¡Qué bonito suena lo de dejar fluir al literato! (risas). Estando en el cuarto año de la carrera de derecho, publiqué mi primer libro, yo tenía veinte años y aunque me gradué de abogado nunca ejercí, he sido diplomático pero sólo un corto tiempo de mi vida, como mucho quince años, luego el río siguió su cauce y me he ganado la vida escribiendo desde entonces, es un oficio muy grato la verdad.
- ¿Son buenos lectores los diplomáticos?
- Cundo era diplomático, me pasaba la vida leyendo expedientes, oficios, telegramas, tenía poco tiempo para leer lo que me gustaba, lo que más me molestaba era que los fines de semana llegaba gente a casa y bueno…lo que no daba yo por dos días de completa soledad, ahora claro, ya todo eso ha pasado.
- El libro “Persona non grata” te dio muchísima fama en temas políticos, pero te restó muchos amigos también, entre ellos García Márquez y Cortázar, por ejemplo.
- Cortázar era muy amigo mío, siempre nos visitábamos, yo iba a verle y el también a mí, a menudo esas visitas ocurrían en París, cuando estuve en Cuba, también nos vimos allí, pero en cuanto salió este libro mío, me mandó un recado con un tercero, algo raro pero, me acuerdo, aun me acuerdo: “Dile a Jorge que sigo siendo su amigo, pero dado lo expuesto en su libro por ahora no quiero verlo”, desde entonces no supe más de él, respeté el espacio, en cambio con Gabriel, tuvimos diferencias en cuanto a política y democracia pero teníamos una relación muy amistosa, cada vez que nos encontrábamos en un lugar, en alguna ciudad, almorzábamos juntos y conversábamos muy libremente.
- Muchos de tus libros, narran a un Chile histórico, las calles, los sitios; tienes una gran fijación por aquellos detalles, ¿existieron o son ficciones?
- Creo que toda mi vida me he dedicado a escribir desde el baúl de mis recuerdos, desde lo que más añoro, si bien el país que narro en mis escritos ya desapareció, muchas veces también evoco a la ficción, pero bueno, no puedo salir de mi línea original, lo mío es la memoria y los frutos de la misma son las cosas que cuento, que narro, podría decir que la ficción me sirve más para tapar algunos vacíos de mi memoria, nada más.
- Confiesas que eres fanático de Montaigne y haz escrito una obra sobre él, ¿crees que hoy en día nos pueda enseñar algo este personaje?
- Creo yo que sí, a los jóvenes que se interesen por descubrirlo o por redescubrirlo lo primero que les enseñará será a prestar atención al presente y dejar de pensar en el futuro, te cuento algo precioso; en este libro, hay una parte en la que hablo sobre la visita de Azorín a un convento franciscano, allí ve innumerables avisos de muerte en todos los muros, ya cansado de eso, va a una celda para descansar, se desviste y encuentra entre sus pertenencias unos ensayos de Montaigne, los abre cuidadosamente y encuentra al azar uno que dice lo siguiente: “Los campesinos de mi región, no piensan nunca en la muerte, viven tranquilos y hacen todo su trabajo, no piensan en ese momento, pero cuando les toca morir, mueren mejor que Aristóteles”, fíjate como describe él, que los vicios del presente repercuten en el futuro.
- Si yo digo sinónimos de Joaquín Edwards Bello, tú me dirías…
- Sin duda alguna te respondería: oye ahí va el “Inútil de la familia” (risas nuevamente). Fíjate que Joaquín era primo hermano de mi padre; mi abuelo en casa, preguntaba siempre por todos y nos nombraba a todos por nuestros propios nombres, pero cuando preguntaba por él esa frase entraba a tallar, él era escritor y por dedicarse a este arte, siempre fue tachado así, antes como ahora mucha gente sigue pensando que la literatura es sólo perdida de tiempo. Te cuento que cuando yo escribí este libro, lo hice pensando en mi familia, pero resulta que este libro rompió record en ventas y era gracioso, porque en Barcelona cuando me tocó firmar dedicatorias, veía a la gente reírse, algo así como: “Mira por fin encontré el libro perfecto para Pepito”, yo escribí algo personal y terminó siendo un tema universal, lo inútiles son como las ovejas negras, siempre hay uno en cada familia.
- Siempre me ha causado mucha intriga, ¿Por qué te quería tanto Pablo Neruda?
- Mira que yo también se lo pregunté una vez y le dije: Pablo, ¿por qué es tan necesario que yo esté contigo en París? y me respondió: “Necesito tener un ministro consejero que me entienda en chileno, estoy cansado de decir tacos y que nadie me entienda”.
- Actualmente ¿Qué proyectos literarios tienes en mente?
Vengo trabajando en varios proyectos de largo aliento, el próximo año publicaré tres, espero que lleguen a Perú en cuanto la editora los tenga. No tengo apuro, pero a veces me falta tiempo, pero bueno, lo tomo con humor, creo yo que el humor es la cosa más seria en la vida de cualquier escritor o de cualquier persona en general. Yo me tomo muy en serio esto del humor, sin el no podría leer con éxito a Cervantes por ejemplo, tampoco podría escribir, yo escribo así, con humor, con gracias, al menos eso dicen y espero seguir haciéndolo, sino esto de vivir por amor al arte dejaría de ser atractivo y tan productivo.
(Fotón, je ...)