Diez años han pasado ya, desde que oficialmente el Museo del Monasterio de Carmelitas Descalzas de San José y Santa Teresa abriera sus puertas al público en general, esto tras un intenso trabajo de recuperación de los objetos, esculturas y lienzos, iniciado por el actual director de este museo Franz Grupp Castelo y su esposa Zully Mercado (Q.E.P.D.) desde el año 2005 a la actualidad.
Místico recorrido


Construido en el año de 1710 y tras sufrir daños inclementes en el terremoto del 2001, la refacción hecha ha logrado restablecer muchas de las instalaciones y exhibir desde entonces las más de trescientas obras de arte, que incluyen pinturas coloniales, esculturas y joyas de arte religioso, además de objetos de uso cotidiano de casi tres siglos de antigüedad.

Ya dentro del recinto, se puede apreciar los diferentes ambientes donde se desarrollaba la vida de las monjas de clausura, así como el Templo y el Coro Bajo (las religiosas que aun residen aquí, asisten a la misa diaria), la Sala Capitular con todo el colorido y la riqueza decorativa del Rococó y el Cuarto de las Campanas, donde diariamente al mediodía se cierra al público para tocar las campanadas del Ángelus, luego se puede escuchar a las monjas rezar la Hora Sexta en latín y en español, pasados unos minutos, la visita se reanuda por estos ambientes que quedan cargados de la mística religiosidad impuesta por el uso cotidiano.

El tesoro del inventario


Esta semana y con motivo de su aniversario, se presentó al público una obra de arte valiosísima, que se encontraba ya en su inventario pero que luego de estudiarla y corroborar diversas informaciones con expertos de la Universidad de California, ha confirmado su valor histórico; se trata de un grabado creado en Roma, en la segunda mitad del siglo XVII hecho por el principal impresor del momento y que luego de haber llegado a nuestra ciudad, fue iluminado bajo la técnica de óleo por un pintor arequipeño, que lamentablemente ha quedado en el anonimato; él se encargó de añadirle detalles adicionales a este grabado, como el cambio del atuendo por un hábito de las carmelitas y la clarificación de algunos detalles a los cuales puso color.

Un grabado es una impresión sobre papel; para hacer tal cosa en aquella época el grabador que hacia esta técnica, tomaba una plancha de cobre y con una punta muy aguda de acero iba grabando y raspando lo que deseaba dibujar de forma ordena y meticulosa, la técnica es sorprendente, hacer un cuadro así, tomaba más de un mes.

La pieza representa a Santa María Magdalena de Pazzi recibiendo un velo de manos de la Virgen María, y se imprimió en 1669 por encargo del Papa Clemente IX con ocasión de la canonización de la misma, después del original se trata del segundo grabado que existe en el mundo con este tema.

El creador de la iconografía fue el artista italiano Lázaro Baldi alumno de la escuela de San Pietro de Cortona y entre las muchas obras de gran valor que este artista realizó, está el trabajo que hizo para el Papa Alejandro VII decorando con pinturas el Palacio Quirinal, en Roma. El grabador fue Bernard de Balliu conocido por su extraordinaria habilidad para grabar planchas de metal utilizando buriles metálicos, con la técnica conocida como “punta seca” y Jacobo de Rubeis quien fue el más grande impresor de su tiempo en Roma, trabajando directamente para el papado.

“Cuatro grandes personas intervinieron para que esta pintura exista, definitivamente esta obra se ha revelado como una pieza fundamental para la historia del arte universal” aseguro el Director Grupp. Actualmente, el cuadro se encuentra en la vitrina especial de exposición del museo, el mismo se encuentra abierto de martes a domingo de 9am a 5pm de la tarde, un paseo por los diversos espacios artísticos y arquitectónicos de este lugar, es una experiencia realmente placentera.