Entonces te preguntas ¿Quién nos ayuda a ver la cara divertida de las cosas para ser felices? ¿Alguien es responsable de hacer que las lágrimas corran sin control cuando estamos tristes? ¿Por qué nos enojamos cuando algo injusto nos sucede? ¿Quién nos obliga a hacer cara de asco cuando no queremos comer? ¿De dónde viene esa vocecita que dice “cuidado” cuando estamos en peligro? Así empieza esta tierna, pero INTENSA historia.

Riley, es una niña de 11 años que va rumbo a la adolescencia, vive una idílica niñez en su Minnesota natal, pero de un día para otro las cosas cambian cuando a su padre le surge una oferta de trabajo en San Francisco, entonces ella debe enfrentarse a los retos que implica cambiarse de ciudad; está claro que el concepto de cambiar de casa y de escuela no le sienta para nada bien

Paralelamente dentro de su cabeza hay un grupo de Emociones que le ayudan a sobrellevar estos cambios y son: Alegría, Tristeza, Miedo, Ira y Asco, las cinco tratan de que todo esté bien para ella. Al principio las primeras cuatro parecen tener funciones bastante claras dentro del centro de mando, pero la última parece que no tiene otra utilidad.

Todo empeora cuando el primer día de clases, Tristeza desordena sin querer los “recuerdos centrales” de Riley, en la vorágine por arreglar el desastre provocado, Tristeza y Alegría son chupadas por un ducto hacia la zona de la memoria a largo plazo, muy lejos del control de mando, teniendo que regresar antes de que las otras emociones de la muchacha terminen por descarrilar su vida.

Intensa-Mente es un guión perfecto en todos los sentidos. Una estructura clara en sus ideas, un desarrollo de personajes perfectamente multidimensional, diversas tramas que son totalmente funcionales a la trama principal. Tiene acción, en donde todos y cada uno de los personajes sortean obstáculos.

Pero sobre todo y aunque suene repetitivo, tiene muchísima “emoción”; porque siendo una película de animación, hace una declaración profunda sobre la necesidad de sentir en nuestras vidas y es que mientras crecemos, experimentamos cambios radicales, fuertes y duros. Sabiamente la película materializa estas dificultades tan propias del hombre, en algo físico y dinámico, sin perder la madurez que requiere encarar el tema.

Por el lado técnico no hay mucho que decir que no se haya dicho ya: muy buen diseño de producción, un uso inteligente del color para crear ambientes y la música de Michael Giacchino, provee un acompañamiento único. Con solidas escenas de acción que entretendrán a los más chicos, pero con una reflexión importante sobre el porqué de las emociones para los más grandes, esta película nos ofrece 94 minutos de narración y entretenimiento.

Altamente recomendable